Por las mañanas cuando Carlos se iba a trabajar, me preparaba un café y me sentaba ante el ordenador, pero el último mes, algo alteró mi rutina y ese algo era Pepe llamando a la puerta, bueno arañando la puerta de la casita de la playa.
Al principio yo sabía que venía por la comida, traía mucha hambre, pero luego empezó a venir desayunado de casa y a pesar de no tener hambre seguía viniendo a estar conmigo o simplemente a saludarme. Algunos días venía acompañado de un grupo de perros del poblado. Cuando nos saludábamos, veía a los otros perros que lo miraban desde lejos porque no se atrevían a acercarse y es que la relación perro hombre no es muy cordial (Veáse la Excursión a Vogan III el desenlace ) y le decía:
-Pepe corre con tus amigos, que te están esperando!
Salía corriendo hacia los otros perros y cuando llegaba a su lado se volvía a mirarme y me lanzaba dos ladridos a modo de despedida. Yo pienso que me entendía.
Algunos días aparecía a media mañana con sus amigos y me recordaba a los niños pequeños cuando traen a sus amigos a casa para mostrarles algo de lo que están orgullosos. Después de una visita rápida corría de nuevo con los demás. Y durante una semana apareció con una amiga con la que compartió su comida. Era una perrita en celo a la que seguían un nutrido grupo de admiradores y a la que Carlos bautizó llamandola Matilde. El por qué eligió este nombre no lo sé pero al segundo día la llamábamos Mati, mucho más familiar donde va a parar...
Pienso que los animales nos dan mucho más de lo que nosotros les damos a ellos y ¿sabeis qué? A veces veo en ellos miradas y gestos de personas que ya no están entre nosotros.
P.D. Uno de los libros de esta temporada en la casita de la playa ha sido "Maldito Karma" de David Safier, os lo recomiendo y quizás no sea yo la única que pienso eso de los animales.
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