miércoles, 23 de octubre de 2013

VISITA A LA MAISON BETHANIE

Hay un día de mi estancia en Lomé que recordaré con especial cariño y que siempre agradeceré a Rocio, una amiga que se acordó de mi, al organizar una visita a la Maison Bethanie. Esto es un orfanato de niños con pocos recursos a los que cuidan un grupo de personas que hacen las veces de familia.
Ese día recibirían material venido desde España y reunido por un grupo de gente estupenda que está trabajando en Lomé a los que yo acompañé.
Rocio repartiendo caramelos.
 Me encantó conocer a los pequeños y lo pasé en grande con ellos que son muy, muy cariñosos y se pusieron muy contentos con aquellas cosas que les llevaron.
No se si para ellos es demasiado bueno recibir estas inesperadas visitas que aunque le alegren un rato se marchan y los dejan de nuevo con su vida después de alterar su rutina y su tranquilidad.
Cuando empezó el reparto de caramelos fue a buscar
 a su hermanita para que cogiera algúno. 

Nada más llegar sentí como unas manitas cogían las mías y como no las soltaron en un buen rato.  Me movía de un lado a otro con dos pequeños cogidos de mis manos. Conocí a una niña con muchos problemas de salud que lleva allí un año viviendo y Cecilia una amiga, además de una persona estupenda y voluntaria del centro me contó como había evolucionado en ese año pasado en la Maison Bethanie. Cuando llegó ni siquiera caminaba, pero ahora iba de un lado a otro en su mundo. Yo la observaba mientras me hablaban de ella y la vi alrededor de un barreño de ropa aspirando el olor a jabón y tanto le gustó que se metió dentro de él en un segundo de descuido nuestro. A pesar de ser autista, le gustaba el contacto y que la cogiese en brazos, lo mismo se acercaba para que la cogiese que al momento pedía que la soltara.
Ella iba y venía en su mundo.

El momento más divertido  para mi fue cuando las personas que habían organizado la entrega de materiales se hacían fotos del evento y como naturalmente yo no formaba parte del grupo, no me parecía bien aparecer en esas fotos y decidí ir con los niños a charlar, jugar con ellos y hacerles fotos.
Ellos me enseñaron a desgranar maíz.

Me enseñaron a desgranar maíz como lo hacen ellos posaron para mi como auténticos modelos y algunas de las de las niñas me pidieron la cámara porque les hacía ilusión hacer ellas alguna foto y resultaron ser unas profesionales de las instantáneas... vamos que se perdieron por el recinto a donde jugaban los demás niños y no pararon de fotografiarlo todo y a todos incluida yo. Pero a donde de verdad demostraron su profesionalidad tras la cámara fue fotografiando a un "Winnie the Pooh" de plástico que acostaron en un cochecito de capota y al que le hicieron un book completo. Se lo pasaron bomba. Yo más que ellos. Ojalá algún día pueda volver y ser algo más que una visita.
Este fue el protagonista del reportaje del día, por las jóvenes fotógrafas.

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