sábado, 26 de octubre de 2013

BARRERAS DEL IDIOMA II

Pero como el trabajo de Carlos no se sabe últimamente a donde lo llevará, pasado un tiempo, ha aterrizado en Lomé, Togo. Aquí resulta que se habla francés y a él lo mismo le daba una que otra porque habla lo mismo de las dos, osea nada. Ahora se ríe al recordar los nervios y las preocupaciones del principio, cuando llegó a la capital Togolesa y un señor lo recogió en el aeropuerto, lo acompañó al hotel a donde iba a alojarse, pero por poco tiempo,según, le dijeron: Unas tres semanas que se convertirían en más de siete meses.
 Recuerda situaciones que vivió en las que, a base de repetir fuerte y claro en español pretendía que le entendiesen los trabajadores en su empresa o los empleados de los lugares que solía frecuentar como los del hotel por ejemplo, a donde llegó un día a almorzar con poco tiempo, pidió una hamburguesa porque le pareció que sería lo más rápido de preparar, y su chófer lo recogería a las "tres" en punto. Pero tanto repitió lo de las tres que le sirvieron "tres" langostinos eso si a las "tres" en punto, ni un minuto más ni uno menos.
Al  principio él se resistía a hablar la lengua gala, así que la gente a su alrededor fue aprendiendo poquito a poco algo de Español. Le pasó como a aquel portugués del poema de Moratín, que alucinó con que todos los niños de francia supieran hablar francés, con lo que a él le costaba. Pues mi marido igual.
Pero Carlos es una persona abierta, comunicativa, simpática, que necesita relacionarse con los demás y que tiene una facilidad para conectar con la gente increíble y que poco a poco, eso si muy poco a poco porque ya se sabe que esto es Africa, ha ido aprendiendo su poquito de francés, un francés peculiar y único, con una mezcla de acentos, rara. Él habla francés con acento extremeño-andaluz y reminiscencias valenciá. Los primeros por su procedencia, lo segundo por el tiempo pasado en la casita de la playa y en el restaurante Ramatou con su amigo Paco que es valenciano al igual que buena parte de la clientela de este lugar y además de esta mezcla de acentos y palabras en gbé la lengua africana que hablan entre ellos los nativos en esta parte del continente, él además lo acompaña todo de sonidos onomatopéyicos de todo lo que se pueda imitar, sea los sonidos de animales para pedir su carne, que los problemas intestinales que ya se sabe que por estas latitudes son frecuentes etc...
Pero ahí está adaptándose y mejorando día a día hasta el punto de pedírsele que de un pequeño discurso en una cena. Si, la empresa dio una cena a un equipo de trabajadores por no haber tenido accidentes a la que yo fui invitada y antes de empezar hubo unas palabras de los jefes franceses. A continuación Carlos empezó a calentar al personal, varias mesas de trabajadores africanos que sumaban casi cien personas y que se mueren de risa con él; exigiendo unas palabras del jefe de seguridad Ange, un joven también africano prudente, discreto y educado que no tenía pensamiento ni quería dar discurso alguno, pero que se vio obligado por la insistencia de todos, ya que Carlos a su espalda osquertaba al personal. El jefe de seguridad dijo unas palabras, porque no le quedó otra y le devolvió la pelota a Carlos pero ahora el personal al ver la primera negación de Carlos empezaron a gritar su nombre, a golpear la mesa con las manos los vasos y hasta patear algunos entre carcajadas para hacer más ruido si esto era posible. No le quedó otra que pedir silencio a cambio de dar él también un discurso porque los casi cien compañeros africanos a los que se habían unido los franceses y hasta yo no le dejabamos otra opción.
 Así que en su cada vez más "amplio" vocabulario francés les dijo que iba a decir "unas palabras" y cuando el personal guardó silencio a la expectativa, el largo sus palabras y esto fue literal: Cadena, chapa, llave y soplete. Cuatro palabras más o menos utilizadas en el trabajo y que no le había quedado más remedio que aprender hacía tiempo. Os podéis imaginar la reacción del personal y según tengo entendido a partir de ese día en la obra esas palabras son dichas por los trabajadores al paso de Carlos, al que adoran.
 


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