Hemos acompañado a Carlos a muchos lugares, pero como en ellos no hubo blog, los recuerdos no son muchos, pero si muy buenos. Como ya he dicho en alguna ocasión, de cada lugar se tienen recuerdos que no sabe uno muy bien por qué son esos y no otros los que quedan en nuestra memoria, de forma que quedan ligados para siempre a ese lugar. Ocurre con los libros que lees durante tu estancia en este sitio, con las comidas que solemos hacer en las reuniones de amigos, con la música que escuchamos.. Y sobre todo con la gente de cada lugar.
El último lugar al que fuimos toda la familia acompañando a Carlos fue a Portsaplaya, en la costa valenciana, un sitio precioso en el que conocimos a gente estupenda que se convertirían en poco tiempo en buenos amigos y con los que pasamos ratos increíbles, oyendo a Carlos contar chistes haciéndonos reír hasta las lagrimas casi a diario. Las reuniones eran en la heladería de nuestro amigo Paco al que Carlos le hacía casi a diario caracoles al estilo de Sevilla y donde nunca nos faltó de nada. Algunas noches si no bajábamos para darles un descanso a nuestros anfitriones y al resto del personal de la heladería, sonaba el teléfono y eran Paco o su novia Bea pidiendo que bajásemos. Ya no podían pasar sin chistes, sin caracoles y sin Carlos, era adicción pura y dura. Algún tiempo después nos devolverían la visita viniendo a Sevilla y pasaríamos unos días increíbles mostrándoles todos los lugares, sobre todo bares de tapeo de los que les habíamos hablado y creo que también les encantó.
Fué el verano de los caracoles, en música fueron nuestras hijas las que marcaron la pauta y oíamos lo que aquel verano sonaba en todas partes: Alejandro Sanz haciendo dúo con Shakira, Juanes, Rihana... Y de entre los libros que leí aquel verano el que ha quedado en mi recuerdo es London. La novela de Edward Rutherford. Me pareció apasionante y entretenido. Creo que es admirable que una novela de más de mil páginas se pueda hacer corta.
En México, estuve yo con Carlos, pero no las niñas, ya eran mayores, responsables y quisieron viajar a Londres solas por primera vez de vacaciones, y quedarse solas en casa, aunque arropadas por toda la familia, con la que podían contar en todo momento; demostraron que eran capaces de salir adelante y ocuparse de todo sin problema. Pero en México llevaba un trocito de mi hermana conmigo y eso para mí era como tener a una de mis hijas conmigo, mi sobrina estaba allí con su novio y ocupaban la habitación del hotel justo encima de la nuestra. Vivimos nuestro primer terremoto durante la noche y fuimos las cuatro únicas personas que quedamos en el hotel cuando fue desalojado, ella no pudo sacar a Raúl su compañero, de la cama y lo mismo me ocurrió a mi con Carlos. Las dos somos tranquilas y no nos inmutamos: "mente positiva, siempre mente positiva".
Con ellos salimos los domingo a conocer algo de México: Hicimos turismo en D.F. recorrimos "Tepito", un mercado increíblemente grande y peligroso según decían, hicimos excursiones a pueblos tranquilos y alejados del turismo a donde dimos paseos a caballo y los más arriesgados se lanzaron en tirolina y comimos en lugares maravillosos como "El casino Español", un restaurante y club fundado por españoles a donde degustando platos de nuestra cocina nos sentíamos más cerca de casa. También hubo gente maravillosa que nos abrieron su corazón y pasamos a formar parte de sus vidas; fue el caso de Erik y Lola con ellos pasamos momentos increíbles y vivimos el mundial de fútbol ,reuniéndonos en nuestra habitación de hotel con un nutrido grupo frente al televisor y como no, con deliciosas tortillas españolas que Carlos nos preparaba en la cocina del trabajo. Vivimos la final del mundial en la plaza del zócalo en México D.F. rodeados de compatriotas y de Holandeses !claro!. Mientras nuestras hijas la vieron también en otra famosa y concurrida plaza, "Piccadilly Circus " en Londres. Toda una aventura para los cuatro. Y lo más lejos que habíamos estado nunca unos de otros.
Vimos sonrojarse a Carlos ante unos mariachis que le cantaban las mañanitas para felicitarle el cumpleaños.
Y nos reímos mucho con él y sus cosas como a ocurre en todos sitios.
La música que recuerdo de ese tiempo era flamenco, copla y sevillanas ya que me inspiraban mientras pensaba en los diseños de trajes de flamenca de la siguiente temporada y una canción que quedó unida en mi mente a aquellos momentos fue: "Que no daría yo" con la voz de Rocio jurado, que siempre resulta impresionante...
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