viernes, 6 de septiembre de 2013

CORAZÓN PARTIDO

Aquí estoy con el corazón partido como Alejandro Sanz, no sé si me acostumbraré a no relacionarme con la gente de forma natural y reprimirme a la hora de los saludos y demás. Me dicen que no debo dar nada ni ser muy amable con las personas de aquí cera de casa, sobre todo con los niños. Con tan solo saludarlos o simplemente sonreirles ya te piden y si le das,te piden más y vienen más críos y esto es hasta el infinito, cada vez con más exigencias. Además las personas que trabajan aquí evitando que nos molesten se verían en una situación muy incomoda si nosotros actuásemos haciendo lo contrario de lo que se nos pide. 
Yo se que es cierto porque a Carlos le ha pasado, de echo en  la obra lo llaman Carlos el gentil, porque ha estado dando desde que llegó y lo tienen saturado a peticiones y a prestamos. En fin a ver si me acostumbro  
Hace poco celebraron una fiesta frente a nuestra casa; durante toda la tarde estuvo sonando una música alegre, así que los chiquillos del poblado no pudieron resistirse y se fueron acercando hasta estar delante de nuestra puerta bailando, sienten y llevan el ritmo dentro de una forma increíble. Yo no me pude resistir, fui a por la cámara y me puse a grabarlos. Ni fiesta ni nada, le dieron la espalda al jolgorio y ya  bailaban solo para la cámara. Pero de momento los mayorcitos salieron corriendo y luego los otros y por último el más pequeño, vamos por patas, que diría Carlos y es que el vigilante les estaba riñendo. Pues los he tenido casi una semana llamandome a voces desde la valla.
Cuando nos alejamos de la zona a donde vivimos es más fácil, cambiamos de actitud y estamos mucho más a gusto. Al principio de estar aquí como no teníamos internet íbamos a la casa adonde Carlos había vivido antes de llegar yo, para conectarnos con la familia. Y los críos que lo esperaban a diario que saliese y entrase porque siempre les daba caramelos no os podéis imaginar la fiesta que le hacían. Había una niña como de unos tres años de una familia que vivía cerca y a la que le compraban verduras de su huerto que cuando lo veía venir se ponía nerviosa dando palmadas mientras Carlos se acercaba a ella.
La última vez que fuimos a conectarnos después de pasar por el supermercado la vio de lejos y cogió una caja de quesitos para dársela, se fué para ella con el coche, paró a su lado y bajó la ventanilla. La saludó y le puso la caja en las manitas, ella lo miraba muy seria a él y a la caja de quesitos...
-Me parece que me he equivocado de niña... Eso Carlos pensativo y rascandose la cabeza.
-Si creo que si ... Eso yo mirándolos a los dos.
-Ya decía yo que no se había puesto muy contenta al verme.
-Si, la verdad es que te ha hecho poca fiesta, más bien se ha asustado al ver a los dos blancos acercársele en un coche grande y hablándole en una lengua rara...
Le hablamos sonriéndole pero no conseguimos que ella lo hiciese, nos despedimos de ella y allí la dejamos con su caja de quesitos en la mano mirándonos cortada y asombrada a la vez mientras nos alejábamos y ella se hacía pequeñita por el retrovisor.

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