Durante nuestro paseo Diego nos mostró una planta que cerraba sus hojas al contacto con nuestra mano, nos cruzamos con mujeres cargadas como es normal aquí y con alguna moto, pero aparte de eso el silencio llamaba nuestra atención, porque era la ausencia total de sonido. Nuevas tumbas aparecieron junto al camino pero esta vez los difuntos no estaban solos unas gallinas paseaban entre ellos y picoteaban tranquilamente aquí y allá. A lo lejos veíamos personas a la sombra de grandes árboles, el tiempo parecía haberse detenido, estábamos en el poblado principal.
Nuestro amigo saludaba a todo el que íbamos encontrando y nosotros le seguíamos entre las casas de adobe rojo, haciendo fotos a todo lo que nos parecía interesante que para mi era casi todo.
Nos encontramos con niños que nos miraban alucinados y cortados, pero que nos seguían en nuestro paseo, porque les pudo más la curiosidad que otra cosa, al ver al grupo de blancos de visita y fotografiando las cosas que a ellos les parecían tan poco notorias. Primerro fueron tres niñas pequeñas, las que nos seguían, pero conforme recorríamos el poblado el número de acompañantes iba en aumento. Me acordé cuando mi madre nos contaba que así seguían los niños en su pueblo, cuando elle era pequeña al carro de la nieve. Yo me paraba con ellos y me entretenía haciéndoles fotos, pero el resto del grupo seguía andando y los perdía de vista. Veía a mi amiga Sena esperándome a lo lejos que no se fiaba de dejarme sola por que no fuese capaz de encontrar al resto del grupo, si me quedaba muy rezagada. Entonces yo daba una carrera para alcanzarlos y los críos se partían de risa, y corrían detrás de mi, felices, por la inesperada novedad que les había traído el día. |
Nuestras primeras seguidoras |
Mi amiga en el primer encuentro.
La mayoría de casas estaban agrupadas supongo que por familias y rodeaban un espacio central a modo de patio, cercado de hojas de palmera, a donde se podía ver la ropa puesta a secar y los animales domésticos: gallinas, cabras y en una de ellas vimos a una perra dando de mamar a sus cachorros, más tarde sabríamos que el futuro de los perros no es ... muy esperanzador.
Llegamos a un punto importante de reunión en cualquier poblado: el pozo, que congrega siempre gente a su alrededor a donde observamos alucinados como mi amiga que apenas tendrá diez años sacaba el agua con pericia de una profundidad de al menos 25 o 30 metros con una calabaza ahuecada, a modo de cubo atada a una cuerda, para llenar palanganas enormes que llevarán luego sobre sus cabezas.
Mi amiga en el segundo encuentro. |
Una casa de adobe rojo deshabitada. |
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