miércoles, 18 de septiembre de 2013

EXCURSIÓN AVOGAN III El desenlace I

Aquí estoy pensando como contaros la tercera parte de la excursión a Vogan, porque hay tercera parte, y tan surrealista que no sé por donde..."meterle mano".
 Del poblado principal volvimos por el campo al de Diego, allí nos esperaba su familia para la despedida y nuestro coche para la vuelta a Lomé.
 Había sido un día diferente, precioso e inolvidable, no sabía yo todavía hasta que punto. Llevaba fotos para compartir con vosotros mi experiencia, no todas las que me hubiese gustado porque la batería de mi máquina se había agotado, y ya nos marchábamos...
Eso que lo pensé yo, pero que va, volvimos a recorrer kilómetros de caminos de tierra rojiza y fuimos a hacer otra visita, esta vez a otro poblado a donde vivía un tío de Diego. Allí nos harían participes de una ceremonia o ritual de peticiones y agradecimientos, a los dioses, los espiritus o a quién fuera que le íbamos a pedir y a agradecer por muchas y variadas cosas.
 El poblado era mayor que los anteriores, había más gente, por lo menos mujeres y niños, los hombres no sé a donde estarían.
 Nos presentaron a un señor mayor con muy buena planta. alto, canoso, elegante, con una túnica azul bordada y un gorrito blanco como sus pantalones, que nos estrechó las manos con mucha efusividad, porque yo creo que a esta gente le alegramos el día también. Paquito el hijo de Gloria le dio un billete a Diego, este se lo pasó al de la túnica y él a su vez a una muchacha muy simpática que llegó a saludarnos y lo mismo se reía que nos hablaba que hacía palmas...Vamos que si hubiese sido en mi tierra es de las que te alegran cualquier sarao en un "pis-pas" arrancándose por bulerías.
Muy agradable la muchacha, con un cepillado que se había dado para alisar su pelo rizado, utilizando la fuerza bruta... Pero ya se sabe lo que pasa con los pelos rebeldes: que ella que sí, que ellos que no, la muchacha tirando para abajo para alisarlo, el rizo tirando para arriba... Que se le han quedado a mitad de camino que parecía que iba a toda velocidad y sin casco en la moto. Eso pasa mucho aquí, cuando vas en el coche, ves una moto que va al lado, ella de paquete detrás con su melena al viento, y nos paramos en el semáforo y la melena sigue al viento pero ya sin viento, no sé si me explico. Bueno el caso es que la muchacha se fue con el dinero.
A todo esto nos condujeron a una casa de adobe, con su porche, mira tú que suerte,que ya lo quisiera yo para nuestra casita de la playa, nos acompañaron todos los habitantes del pueblo, las mujeres se colocaron alrededor del porche y los niños a la espectatíva a ver que hacían con nosotros.
Levantaron una cortina que cubría la puerta, de un color incierto y tiesa por el uso y nos dió una bofetada el olor que salió de allí dentro... Pero a ver quién es el guapo que dice que no a unas personas tan amables y tan simpáticos, que a lo mejor se disgustan, y que necesidad hay de eso...Allí que fuimos entrando los cinco, porque Sena se encontraba mal y se había quedado en el coche. Que yo pensé: tu si que sabes Sena!
Explicar lo que había dentro de la casa es complicado y eso que una de mis grandes pasiones es la decoración,pero bueno vamos a ver: la casa resultó que era una sola habitación, la cortina la dejaron levantada pensé yo que sería para que entrase el aire, pero en cero coma el hueco de la puerta quedo tapado por los chiquillos que querían seguir la ceremonia. Eran tantos que entraba menos aire que con la cortina echada. En la pared del fondo un poyete o altar a la altura de la cintura del hombre y encima de él, del poyete, un caos de cosas raras oscuras y sospechosas... Bichos disecados, huecos llenos de ceniza, a donde habían quemado cosas, muñecos extraños y poca luz, porque las ventanas que había en las paredes laterales de la estancia, eran dos agujeros pequeños con dos trozos de cortina más tiesa que la de la puerta. Que yo las hubiéra arrancado de cuajo cuando la ceremonia estaba en todo su apogeo. Ni una gota de aire! Entre eso y los niños que se daban empujones por ver a los visitantes haciendo el ridículo: ! que calor más grande!
A los lados del oficiante, una especie de caretas estrechas y oscuras como todo lo que había allí, con las bocas abiertas y unos pelos de sospechosos y unas pintas que yo pensaba: ojalá que sean talladas en madera. El suelo era de cemento pero casi por completo cubiertos de pieles pequeñas de diferentes colores: Beig, blancas, beig con manchas blancas y viceversa, alguna en negra...
De momento, como la gente de aquí es tan cariñosa, alguna vecina nos trajo un banquito de dos plazas para tres y una mecedora la mar de apañada para otra. Diego estaba al lado del oficiante haciendo de... monaguillo e interprete.
Llegó la muchacha de la melena al viento, cargadita de botellas, que parecía que había ido a por el lote para la botellona, que dirían los jovenes en España. Eso si muy contenta la muchacha deseando que empezara aquello.


   Continuará...



No hay comentarios:

Publicar un comentario