Como era sabado el ambiente era festivo en las calles de Lomé. Había mucha gente y sonaba por todos lados una música alegre que invitaba a bailar. De hecho había gente bailando en cualquier lugar, más tarde supe que era a las puertas de los bares.
Recorrimos varios kilómetros por una carretera asfaltada e iluminada acercándonos al centro de la ciudad. Una vez que salímos de ella, las calles eran de tierra y sin alumbrado. Solo algunas luces de camping gas en algunos puestos no en todos, iluminaban algo. Los puestos que estaban en la entrada de casi todas las casas por donde pasábamos, tenían las más diversas mercancías sobre mesitas construidas con maderas y cañas como las viviendas. En los improvisados mostradores había de todo, desde comestibles a productos de drogueria, cacahuetes, comida para llevar y muchas otras cosas que me era imposible identificar, por extrañas para mi y por la falta de luz.
Llamaron mi atención unos puestos que congregaban a mucha gente delante mirando una pantalla de televisión pequeña. Me dijo Carlos que eso eran los videclubs, ya hemos visto luego a una niña que recoge el dinero a las personas que están viendo la película.
Yo en el coche me sentía Gerard Piqué porque a mi lado mi marido no dejaba de repetirme:
-Ana, "porque esto es Africa".
Por fin llegamos a la casita de la playa, que está en primera linea y lo primero que pensé es que los tsunamis no avisan, cosa que preocupaba mucho a mi madre y a mi suegra, si viene uno no tenemos escapatoria nos coge de lleno fijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario